lunes, 24 de noviembre de 2008

Agricultura brasileña crecerá en los próximos diez años

En los próximos años, el sector agropecuario brasileño se consolidará como la gran superpotencia agraria mundial, con un crecimiento de un 25% en la producción en los próximos diez años, duplicándose sus exportaciones de carne de vacuno y de pollo.

Así lo informó el ministro de Agricultura de Brasil, Stephanes, en base al resultado de un estudio sobre las perspectivas de la agricultura brasileña hasta 2018/2019. El análisis fue elaborado por la Assessoria de Gestão Estratégica (AGE) dependiente de esa cartera, en base a escenarios de producción, consumo, exportación y evolución en otros países, cubriendo 18 productos principales.

Los productos con un mayor potencial de crecimiento de producción, señala el reporte, son la soja, el trigo y maíz, la carne de vacuno y de pollo, junto al bioetanol, aceite de soja y la leche. La producción total de granos (cereales y oleaginosas) se espera que crezca de 140 millones de toneladas en 2007/08 a 180 millones en 2018/19 (+29%) y la producción de carnes de 25 millones de toneladas en 2008/09 a 37 millones en 2018/19 (+52%).

Los autores del estudio señalan que estas estimaciones son conservadoras y tienen ya en cuenta los efectos de la actual crisis económica. Además se indica que estos aumentos de producción se obtendrán principalmente a través del aumento de los rendimientos mediante el desarrollo tecnológico y no a través de la expansión de las tierras cultivadas.

Fuente: ProChile

jueves, 20 de noviembre de 2008

Aspiración folicular: la multiplicación de las vacas

En la Feria Nacional Cebú de Medellín, una vaca por unos cuantos pesos más, casi vale $800 millones. Muchos se preguntan ¿cómo puede valer un ejemplar todo ese dinero? ¿Cómo recuperan la inversión? ¿Por qué ese precio?
Pues bien, esa vaca la compraron ocho inversionistas que nada tenían que ver con el sector ganadero, pero si vieron una oportunidad de negocio.
Si fuese por parto natural ese ejemplar daría máximo 12 hijos en su vida, si es muy longeva.

Pero hay una herramienta de la biotecnología reproductiva que será la revolución de la ganadería pura en Colombia y que se está aplicando de manera seria y concienzuda en la raza brahman del país, ante su alto valor genético y sus oportunidades comerciales.

Se trata de la aspiración folicular, técnica que llevará, literalmente, a la multiplicación de esa especie.

De acuerdo con Jorge Reyes Osma, gerente de Laboratorio Brahmancol, con la aspiración folicular una vaca no solo podrá dar más de un hijo al año, sino mil o 2 mil, si se tienen las vacas receptoras (debidamente programadas) para colocar esos embriones fertilizados In Vitro.

Ahí, se explica el porqué la compra de la vaca en ese precio, pues los inversionistas van por los embriones, los cuales pueden vender en precios que, dependiendo del toro, oscilarían entre $10 y $20 millones.

Según Reyes Osma lo interesante es que la vaca donadora (preferiblemente ejemplares elites) se puede aspirar cada 15 días y extraer entre 10 y 100 oocitos sin fertilizar, o más.

Esa aspiración va hasta el día que muera.

La técnica

¿Y cómo se hace?
Según el profesional Reyes Osma, es una habilidad muy aplicada en los Estados Unidos y Brasil.

Una vaca de manera natural, produce un folículo maduro cada 21 días.
“Por vía ecográfica intravaginal se observa el ovario y con una aguja (herramienta especializada y equipos de tecnología de punta) se punza el ovario y con una bomba de succión se hace la aspiración de los oocitos”, agregó el profesional.

Seguidamente, tras mantenerlos en un caldo de cultivo que asemeje su estado natural, se observan en un estereoscopio para clasificarlos y seleccionar solo los considerados como “grado 1”, para luego llevarlos a la incubadora y proceder a fertilizarlos.
“Si se obtiene un buen número de oocitos, se pueden fertilizar con varios toros. Tras la fertilización se esperan 8 días para luego ser transferidos a vacas receptoras, las cuales deben estar previamente sincronizadas para que alojen en su útero el nuevo embrión sin problemas de rechazo”, agregó.

Esa tecnología, de acuerdo con el profesional, tiene una viabilidad del 40%, es decir, que si pasan 100 embriones ya fertilizados In Vitro, es factible que se conciban 40 nuevas crías.

La aspiración en Colombia va muy adelantada, en su orden, en Córdoba, Santander y Cesar, zona sur.
“Esto es una revolución”, sostiene.

Clonación, a la vuelta de la esquina

Para Aldemar Chávez Rodríguez, médico veterinario y especializado en reproducción de la Central Genética El Madrigal, en Colombia se ha avanzado tanto, que no nos debe sorprender que la clonación y los animales transgénicos comiencen a pastar en las ganaderías de Colombia, y porqué no en Santander.

Para el profesional, los niveles de tecnología aplicados a la ganadería tienen su inicio con la inseminación artificial, la transferencia de embriones convencionales, los embriones congelados, el sexaje del semén, la fertilización In Vitro, la clonación, los animales transgénicos y las células madres espermatogoniales.

“Vamos en la aspiración folicular para fertilización In Vitro, pero tenga la plena seguridad de que a inicios de 2009 esos embriones In Vitro ya se podrán congelar, y es ahí cuando Colombia puede atender esa demanda genética que se tiene de todos los países de América Latina. Literalmente, podremos tener toda una ganadería en un termo de nitrógeno”, agregó.

Chávez Rodríguez sostiene que en materia de biotecnología reproductiva el país ha dado un vuelco grande, al punto que se tendrán 10 centros de transferencia de tecnología operando en el país.

“¿Para dónde vamos? Tenga la plena seguridad de que la clonación es la próxima herramienta que se utilizará, pues ella nos permite replicar, por ejemplo, un toro o una vaca de alta productividad de carne, que en últimas es la esencia que estamos buscando en el ganado brahman”, enfatizó.

“Clonar un campeón nacional (vaca o toro) a partir de células que podemos tener en un banco de conservación, nos da la oportunidad de nunca perder ese animal elite”, agregó.

Sin embargo, el investigador dijo que no es una labor fácil, ni muchos menos rápida, sino que involucra unos grandes principios éticos, tecnológicos y económicos.

Para Chávez Rodríguez, no es la clonación lo que revolucionará el sector ganadero, sino las células madre espermatogoniales, tecnología avanzada que permite una nueva posibilidad asistida en reproducción bovina.

Ya se ha probado en ratones con viabilidad.

“En el laboratorio y recurriendo al In Vitro las células madre espermatogoniales pueden ser transplantadas a los testículos de los machos receptores previamente despojados de sus células madre”, agregó.

Lo anterior significa en lenguaje criollo, que un toro común y corriente puede engendrar hijos de un gran reproductor.
Vaya, vaya.

Autor: MARCO A. RODRÍGUEZ PEÑA
FUENTE: www.vanguardia.com

domingo, 9 de noviembre de 2008

El misterio de la ternera de Kobe

Quizás haya escuchado la historia alguna vez. La carne más cara, exótica y deliciosa del mundo. La ternera de Kobe. Su delicadeza y sabor son inigualables. Se deshace en el paladar, dicen, como un tierno manjar de otro mundo. Tan deliciosa como exclusiva. Un minúsculo bistec puede superar los 100 euros. ¿El secreto? Las leyendas convergen en una: vacas alimentadas con cerveza, masajeadas a diario y entretenidas con música clásica en las verdes laderas de Kobe, una ciudad a 600 kilómetros al suroeste de Tokio, Japón. Ancianos granjeros nipones inventaron la técnica a comienzos del siglo XIX. Desde entonces, el mito, tan musical y enigmático, repetido de boca en boca, se ha extendido por todo el mundo.

Pero, ¿es la historia verídica? ¿Desde cuándo unas "cañas" ejercen tal poder sobre el ganado? Y ¿qué compositor prefieren los bovinos? ¿Schumann?, ¿tal vez Mozart? ¿A qué sabe realmente la carne más cara del mundo? Demasiadas preguntas y sólo un camino para huir del tormento: 9.000 kilómetros hasta el lugar del secreto.

Con millón y medio de habitantes, Kobe es una franja aprisionada entre el mar de Seto, a la orilla del Pacífico, y las suaves montañas del Oeste, envueltas en una densa niebla perpetua. A 30 kilómetros, la descomunal Osaka despliega todo el atractivo de las noches frenéticas de neón. Su hermana menor es justo lo contrario: somnolencia y dulces paseos. Se puede llegar a pie a casi todos los rincones. El centro neurálgico, en torno a la estación de Sannomiya, es la ubicación perfecta para empezar.

Nadie sabe nada

Allí, en la oficina de información, se produce el primer contacto con el misterio. "¿Es cierto que administran cerveza a las vacas?" Una chica joven, de uniforme, sonríe nerviosa. "Eso dicen, pero, si le digo la verdad, yo no estoy tan segura". Le interrumpe su compañera, le dobla la edad, es claramente su jefa. "No sabemos nada". Y desenfunda un papel en blanco y negro. Contiene fotos borrosas, grandes piezas de vacuno colgando en algún almacén y largas explicaciones en japonés. Sólo resalta una frase subrayada en inglés: "Las granjas no están abiertas al público para mantener el secreto del negocio". ¿Secreto? "Tendrá que hablar con los chefs". Tras una larga dubitación, une varios puntos en el mapa en una especie de ruta del tesoro: los mejores restaurantes donde saborear la auténtica carne de Kobe.

La primera parada será en el puerto. El Sandaya, un gigantesco establecimiento con más de 30 años de historia. Es pronto, la mañana soleada y su chef, Inoue Katsuji, habla feliz sobre el tema. La tajima-ushi es la raza de ganado japonés (wa-gyu) distintiva del país. Vacas de pelo negro, recias, de hasta 350 kilos de peso. Su carne es famosa por las profundas vetas de grasa y la apariencia pálida y mantecosa. Decenas de ciudades y prefecturas producen esta ternera de primerísima calidad: Sanda, Yamagata, Matsuzak... En realidad, Kobe es una más, pero se ha llevado toda la fama, gracias a su condición de importante puerto comercial (de hecho, fue uno de los primeros en abrirse a Occidente durante la revolución Meiji). "Hace 200 años llegaban cientos de europeos y americanos al puerto. Se quedaban fascinados por su sabor y a la vuelta empezaron a hablar sobre aquel fantástico descubrimiento. Todo empezó así".

Masajes y cerveza

¿Y los masajes y la cerveza? "Oh, sí, todo eso es cierto. Beben medio litro de cerveza al día, a veces, incluso vino, y una o dos horas de masaje diario con sake. Así, la carne es más blanda y saludable. ¡Pero no se emborrachan! Sólo se quedan algo dormidas", ríe entre aspavientos Katsuji. Asombroso. En el menú, el mejor bistec de 250 gramos, acompañado de verduras, asciende a 15.000 yenes (unos 90 euros).

Pero algo no encaja. "¿Ha visitado las granjas?" "No, las he visto muchas veces por televisión". Mmmm. Al abandonar el restaurante las sospechas crecen. Situado en el segundo piso del centro comercial Mosaic, a pie del puerto y de una noria multicolor, con fantásticas vistas a los 108 metros de la torre de Kobe y al parque Meriken, el sitio es ideal para aquellos que no quieran profundizar más en el origen de la materia prima... Hay que seguir buscando.

Y si en algún lugar se puede conocer la verdad, ése debe de ser el barrio de Kitano, donde se sitúan las residencias de los diplomáticos extranjeros levantadas a finales del siglo XIX y principios del XX, muchas abiertas al público. A lo largo de la calle Kitanozaka, pendiente arriba hasta el monte Dotoku, los locales visitan galerías de arte, almuerzan en clubes de jazz y compran ropa en delicadas boutiques. Una zona residencial con el refinado aire europeo tan apreciado por los japoneses.

El Wokoku, especializado en carne de Kobe desde 1973, pasa desapercibido en una de las bocacalles. Su chef, Kensuke Sakata, habla muy serio. Ni una palabra en inglés. La traductora digital de su ayudante nos salva. "No beben cerveza, ni escuchan música. Tampoco masajes, sólo se les cepilla por limpieza. Simplemente es la raza del ganado, su ADN, y la dieta: hierba seca, granos de trigo, cebada y agua mineral". Llano y rotundo. Guarda silencio, esperando las reacciones a su revelación. "¿Quieres probar?". Cómo negarse.

Sirve dos gruesas lonchas de auténtica ternera de Kobe en tataki; crudas y ligeramente cocinadas por los bordes. Basta sumergirlas en una mezcla de salsa de soja, vinagre y jengibre. Se escurre en el paladar como un helado. Suculento. Pero aún falta lo mejor. Sakata prepara dos bistecs al estilo teppan-yaki -sobre una plancha de metal- y acompañados de finos vegetales. Un par de minutos, sal y pimienta. Cada trozo se derrite al morderlo y estalla en ríos de jugo en la boca. Pura y deliciosa mantequilla. Imposible volver a conformarse con la suela de zapato europea.

Al salir, toca esperar "la dolorosa" cuenta. "Es una invitación", dice Sakata, y sonríe casi por primera vez. Las piezas comienzan a encajar. Pero todavía falta una última verificación. A tan sólo dos manzanas, Yiro Yamada lleva medio siglo al frente del Aragawa, un pequeño restaurante familiar, el más reputado de la ciudad. Al atravesar la puerta, uno penetra en un Japón muy personal: paredes forradas de oscura madera, mesas bajas, chimenea, horno de carbón y una reconfortante hospitalidad.

Cosas de granjeros

A sus 79 años, Yamada espera con energía la pregunta. Sabe que llegará. "¿Cerveza?". Suelta una enorme carcajada. "Sería mejor si les diéramos champán, ¿no cree? Es todo mentira, no hay ningún secreto. La diferencia está en el agua mineral que toman, directamente de las montañas, y en la dieta. Nada más". La historia nació hace años alimentada por el secretismo de los granjeros. Cada uno emplea su técnica particular. Eso sí, todos deben cumplir unas reglas estrictas para certificar la procedencia: ganado criado en la prefectura de Hyogo (cuya capital es Kobe), perteneciente a una hembra o a un macho castrado, sacrificado en un matadero de la prefectura y con un nivel de grasa y calidad exigente y determinado.

La producción de carne local es ínfima. De los 1,2 millones de cabezas sacrificadas al año en Japón, sólo 5.000 (un 0,4%) son de Kobe. Su exportación, insignificante. El precio en Europa o Estados Unidos puede llegar a duplicarse. Y la gran demanda del mercado interior hace difícil encontrar producto genuino. "Es una marca, algunos mataderos seleccionan buen género de otras regiones y le ponen el sello de Kobe. Es como el vino francés, hay de muchos precios y colores". Mientras Yamada se despide, uno de sus dos hijos amasa el pan. El otro, prende el carbón para el festín de la noche.

La verdad trae el sosiego y despedimos el día con un paseo en el puerto. La tentación de comentar las averiguaciones con Inoue, el risueño chef del Sandaya, es tentadora. Decidimos acercarnos. Al llegar, el restaurante está abarrotado, pero Inoue concede un par de minutos. Escucha paciente, con expresión pícara, y en un inglés de telegrama, como si hubiera preparado la respuesta hace años, dice: "Una historia, muchas respuestas". Sonríe y se esfuma entre el gentío, el ruido y los platos rebosantes de ternera de Kobe.

Autor: MANUEL ÁNGEL-MÉNDEZ
FUENTE:
ElviajeroElPais.com