lunes, 22 de febrero de 2010

URUGUAY: Un ex Tupamaro, un nuevo presidente

Hace tiempo ya que venimos reclamando a nuestros sucesivos gobiernos “algo de paz”, o como diría Raúl Porchetto, algo de cordura y un poco de imaginación. No obstante, frente a la realidad que nos aqueja, también podemos pedirles que se limiten a copiar los buenos ejemplos que nos rodean. Ya los vimos en el Brasil de Lula, haciendo inversiones multimillonarias en proyectos productivos ligados al sector primario. Y también, en Chile, donde una mujer consiguió el 80% de apoyo popular, sin necesidad de convertirse en mártir ni en modelo publicitaria, ni dando discursos cinco días por semana.Hoy le toca el turno a Uruguay, donde el flamante presidente “Pepe” Mujica nos deja un mensaje que quisiéramos escuchar alguna vez de boca de nuestros políticos.Este discurso fue dicho en plena campaña electoral por el entonces candidato a un importante grupo de intelectuales uruguayos.

A los intelectuales uruguayos
Queridos amigos, la vida ha sido extraordinariamente generosa conmigo. Me ha dado un sinfín de satisfacciones más allá de lo que nunca me hubiera atrevido a soñar. Casi todas son inmerecidas. Pero ninguna más que la de hoy: encontrarme ahora aquí, en el corazón de la democracia uruguaya, rodeado de cientos de cabezas pensantes. ¡Cabezas pensantes! A diestra y siniestra. Cabezas pensantes a troche y moche, cabezas pensantes pa’ tirar pa’ arriba.¿Se acuerdan de Rico Mac Pato, aquel tío millonario del pato Donald que nadaba en una piscina llena de billetes? El tipo había desarrollado una sensualidad física por el dinero. Me gusta pensarme como alguien que le gusta darse baños en piscinas llenas de inteligencia ajena, de cultura ajena, de sabiduría ajena. Cuanto más ajena, mejor. Cuanto menos coincide con mis pequeños saberes, mejor. El semanario Búsqueda tiene una hermosa frase que usa como insignia: “Lo que digo no lo digo como hombre sabedor, sino buscando junto con vosotros”. Por una vez estamos de acuerdo. ¡Si estaremos de acuerdo!Lo que digo, no lo digo como chacarero sabihondo ni como payador leído, lo digo buscando con ustedes. Lo digo buscando, porque sólo los ignorantes creen que la verdad es definitiva y maciza, cuando apenas es provisoria y gelatinosa. Hay que buscarla porque anda corriendo de escondite en escondite. Y pobre del que emprenda en soledad esta cacería. Hay que hacerlo con ustedes, con los que han hecho del trabajo intelectual la razón de su vida. Con los que están aquí y con los muchos más que no están.

De todas las disciplinas
Si miran para el costado van a encontrar seguramente algunas caras conocidas porque se trata de gente que se desempeña en espacios de trabajo afines. Pero van a encontrar mucho más caras que les son desconocidas, porque la regla de esta convocatoria ha sido la heterogeneidad. Aquí están los que se dedican a trabajar con átomos y moléculas y los que se dedican a estudiar las reglas de la producción y el intercambio en la sociedad. Hay gente de las ciencias básicas y de su casi antípoda, las ciencias sociales; gente de la biología y del teatro, y de la música, de la educación, del derecho y del carnaval.Y en tren de que no falte nada, hay gente de la economía, de la macroeconomía, de la microeconomía, de la economía comparada y hasta alguno de la economía doméstica. Todas cabezas pensantes, pero que piensan en distintas cosas y pueden contribuir desde sus distintas disciplinas a mejorar este país. Y mejorar este país significa muchas cosas, pero desde los acentos que queremos para esta jornada, mejorar el país significa empujar los complejos procesos que multipliquen por mil el poderío intelectual que aquí está reunido. Mejorar el país significa que dentro de veinte años, para un acto como éste no alcance el Estadio Centenario, porque al Uruguay le salen ingenieros, filósofos y artistas hasta por las orejas. No es que queramos un país que bata los récords mundiales por el puro placer de hacerlo. Es porque está demostrado que, una vez que la inteligencia adquiere un cierto grado de concentración en una sociedad, se hace contagiosa.

Inteligencia distribuida
Si un día llenamos estadios de gente formada va a ser porque afuera, en la sociedad, hay cientos de miles de uruguayos que han cultivado su capacidad de pensar. La inteligencia que le rinde a un país es la inteligencia distribuida. Es la que no está sólo guardada en los laboratorios o las universidades, sino la que anda por la calle. La inteligencia que se usa para sembrar, para tornear, para manejar un autoelevador o para programar una computadora. Para cocinar, para atender bien a un turista, es la misma inteligencia. Unos subirán más escalones que otros, pero es la misma escalera. Y los peldaños de abajo son los mismos para la física nuclear que para el manejo de un campo. Para todo se precisa la misma mirada curiosa, hambrienta de conocimiento y muy inconformista. Se termina sabiendo, porque antes supimos estar incómodos por no saber. Aprendemos porque tenemos picazón y eso se adquiere por contagio cultural, casi cuando abrimos los ojos al mundo. Sueño con un país en el que los padres le muestren el pasto a los hijos chicos y le digan: “¿Sabés qué es eso?, es una planta procesadora de la energía del sol y de los minerales de la tierra”. Y no se preocupen, que esos uruguayos chicos igual van a seguir jugando al fútbol.

Capacidad de interrogarse
Había un dicho: “No le des pescado a un niño, enséñale a pescar”. Hoy deberíamos decir: “No le des un dato al niño, enséñale a pensar”. Tal como vamos, los depósitos de conocimiento no van a estar más dentro de nuestras cabezas, sino ahí afuera, disponibles para buscarlos por Internet. Ahí va a estar toda la información, todos los datos, todo lo que ya se sabe. En otras palabras, van a estar todas las respuestas. Lo que no van a estar son todas las preguntas.En la capacidad de interrogarse va a estar la cosa. En la capacidad de formular preguntas fecundas, que disparen nuevos esfuerzos de investigación y aprendizaje.Esa curiosidad se adquiere temprano y nos acompaña toda la vida. Y sobre todo, queridos amigos, se contagia.En todos los tiempos, han sido ustedes los que se dedican a la actividad intelectual, los encargados de desparramar la semilla. Por favor, vayan y contagien. ¡No perdonen a nadie! Necesitamos un tipo de cultura que se propague en el aire, que entre en los hogares y se cuele en las cocinas. Cuando se consigue eso, se ganó el partido casi para siempre. Porque se quiebra la ignorancia esencial que hace débiles a muchos, una generación tras otra.

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FUENTE: marcaliquida.com.ar